Situada a orillas del río Guadalquivir, Sevilla tiene un rico patrimonio morisco, y fue un próspero puerto que realizaba el comercio con las Américas. Las calles y plazas del casco histórico de la capital andaluza son animadas y concurridas. Atesoran muchas construcciones que han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad, y muchos barrios están llenos de cultura tradicional, como Triana y La Macarena.
Aquí hay algunos lugares que no puede perderse en un viaje a Sevilla:
Catedral y Giralda
Si existe un lugar en la ciudad que puede ser considerado como el símbolo de Sevilla, esa es su catedral, la construcción gótica del cristianismo más grande del mundo. Adentrarse en ella supone maravillarse con su impresionante interior mientras se aprende, por ejemplo, que fue levantada sobre los restos de una gran mezquita almohade.
Para disfrutar de unas hermosas vistas de la ciudad lo mejor es subir a la Giralda, antiguo alminar de la mezquita –y hermano del de la Koutubia de Marrakech y de la Torre Hassan de Rabat-. Tras la reconquista se le añadieron dos módulos más para albergar las campanas de la catedral. En su parte más alta se encuentra la figura del Giraldillo, visible desde cualquier punto de la ciudad.
Reales Alcàzares
Pasear por los Reales Alcázares es ser cómplice de la historia de toda una ciudad. Fueron los árabes los que comenzaron su construcción a comienzos del siglo X, aunque con el paso de los siglos fue completándose con nuevas estancias pertenecientes a diferentes estilos.
Adentrarse en sus jardines, dejarse maravillar por el Patio de las Doncellas o disfrutar del cuidado artesonado de estancias como el Salón de los Embajadores son solo algunas de las sorpresas que depara la visita al palacio real en activo más antiguo de Europa.
‘Las Setas’
Y de un icono histórico a uno moderno: el Metropol Parasol, más comúnmente conocido como “Las Setas”. Fue el arquitecto alemán Jürgen Mayer el encargado de este proyecto que, aunque trajo consigo bastante polémica, hoy día ofrece una de las mejores vistas de Sevilla.
La estructura, realizada en madera, simula varios parasoles gigantes unidos por largas pasarelas. Justo bajo ellas se encuentra el ‘Antiquarium’, que alberga un conjunto de antiquísimas ruinas romanas, y el mercado de la Encarnación, donde se puede respirar gran parte de la esencia cotidiana sevillana.
Barrio de Santa Cruz
Uno de los mayores placeres que se puede vivir en Sevilla es perderse por el entramado de callejuelas que conforman el barrio de Santa Cruz, antigua judería sevillana. Plazas, fuentes y casas señoriales se salpican por cada uno de los rincones invitando a descubrir numerosas leyendas e historias. No estará de más parar a tomar un vinito en la mítica calle de Mateos Gago para reponer fuerzas.
Plaza de España
Cuando el arquitecto Aníbal González realizó el proyecto de la Plaza de España de Sevilla, posiblemente no fuera consciente de que acababa de darle vida al que sería uno de los lugares más bellos de toda la ciudad. Quizás sea por los 50.000 metros cuadrados que ocupa, o quizás por el lugar en el que está situada, junto al parque de María Luisa, la cuestión es que solo hay que poner un pie en ella para quedar maravillado.
El que fue el edificio más representativo de la Exposición Universal del 29 en Sevilla es hoy uno de los rincones más adorados por los turistas que visitan la ciudad.